El Presente. La Blogosfera

Entre los casos más jocosos que debieron enfrentar Idamanda Rosael y Richard del Monte, en una época en que la defensa de Hedónica (La Playa) se había vuelto imprescindible, el de los poetas puntoCON resaltaría por su persistente ubicuidad. El poeta V se había hecho célebre en la blogosfera, en los predios del blog del poeta H, por sus disquisiciones y mamotretos, que se revolvían y enroscaban sobre sí mismos, en la vastedad de sus impenetrables monólogos. H, por su parte, enarbolaba insistentemente un antiguo premio de poesía obtenido en su provincia natal, todo lo cual había terminado estancando, hasta desleír, su desenvolvimiento lírico.

Un buen día, V redescubrió a H, y H redescubrió a V, en la ciudad del exilio donde ambos se dejaban crecer las barbas. Naturalmente, hubiesen sido enemigos en La Habana de la Unión de Escritores, secuestrados por la insoportable levedad de los comentarios de pasillo, tenedores de recados de la ya añeja institución, arrancándose tiras del pellejo, odiándose a muerte en el sopor de los debates estivales, regados con ron albañal y refresco de polvito. Pero en la blogosfera, también naturalmente, no les quedaba otra que dinamitar Cumberland.

Aunque en público inevitablemente desentonaban, su alianza respondía a consideraciones estratégicas coincidentes, e Idamanda y del Monte así lo habían comprendido. El fracaso (el amontonamiento, ya desquiciante, de unos libros impresos que nadie leía y mucho menos citaba) los había vuelto aún más sibilinos, de manera que su afán por levantar una réplica a su medida de la Unión de Escritores en medio del Tercer Éxodo constituía, en definitiva, un intento de hacerse fuertes tras el acoso y derribo de Erótica.

¿No era acaso la Zorra el Anónimo Estresado? ¿Y no se había paseado junto a V a todo lo largo y ancho de la blogocosa? ¿Cómo podía H, tras haber sido Torofijo, encasquetarse nuevamente su pasamontañas de Tirador Platónico? ¿En definitiva no era también puntoCON la oprobiosa inconsistencia del ruiseñor enjaulado? Algunos de sus libros habían cumplido ya la mayoría de edad —pasaba lo mismo con los mamotretos de V— y esto exacerbaba su despecho, de cara a la insobornable languidez de Playa Hedónica.

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